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miércoles, 19 de diciembre de 2012

0 Palacio de cristal

Había oído tantos cuentos. Cuentos de princesas que vivían en palacios de cristal, con hadas madrinas que hacían de sus vidas un constante cúmulo de alegrías. Todas y cada una de aquellas princesas eran tan hermosas., y todas eran amadas por un príncipe ideal. Había oído tantos que empezó a creer el ellos, a tener la esperanza de vivir un cuento de hadas. Pero la niña fue creciendo. Se convirtió en una mujer y se vio obligada a madurar, al menos lo suficiente para ver la realidad y dejar atrás los cuentos de su infancia. Con tristeza se dio cuenta de que jamás viviría en un palacio de cristal, de que lo que quisiera tendría que conseguirlo sin la ayuda de un hada madrina. Ni de nadie.
El camino se presentaba difícil para afrontarlo sola si no era lo suficiente fuerte
Entendió que el príncipe jamás aparecería, y aún menos si no era tan hermosa como aquellas princesas, y eso le decía su reflejo 
<<¿Por qué?>> Se preguntaba ella. Por qué lo que veía no era lo que sentía. 
<<¿Por qué?>> Gritaba. 
<<¿Por qué?>> Jadeó ante el espejo antes de golpearlo con el puño y partirlo en mil pedazos que se esparcieron a su alrededor, se dejo caer de rodillas y observó su puño ensangrentado, cogió un pedazo de cristal y observó su rostro lleno de lágrimas por última vez.
Y  vio el reflejo de la sangre que brotaba de su muñeca, esparciéndose e inundando su propio palacio de cristales.


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© 2012 Mel Köiv Todos los derechos reservados 

lunes, 17 de diciembre de 2012

0 Mi ¿espejo?

Cada día me asomo a esa extraña ventana y trato de hablar con ella, pero lo único que hace es imitar mis movimientos, con una exactitud inquietante. Nunca suelta una palabra.
Sin embargo estoy segura de que esa chica no soy yo, no es mi reflejo, no puede serlo.

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martes, 4 de diciembre de 2012

0 Sed

Irrumpió en mi habitación abriendo la puerta con fiereza, sediento de mí y no pude negarme, sus ojos negros me hipnotizaron.
Mis cinco sentidos e incluso alguno más me gritaban que acogiera a aquel desconocido en mi cama y ¿por que iba a resistirme a mi deseo?
Se acerco a mí lentamente, yo estaba inmóvil en la cama, esperándole ¿por que deseaba tanto arrancarle la ropa? Dios mío, yo no era así, pero él me hacía sentir eso, y me gustaba, me encantaba. Cuando estuvo lo suficiente cerca le agarré por el cuello de su cazadora y le atraje hacia mí bruscamente, ansiosa de sentirle, de probarle, se desprendió de su cazadora e intenté quitarle la camiseta, pero no me dejó. Con una mano cogió las mías y las alzó sobre mi cabeza, con la otra me apartó el pelo.
Sus labios se posaron en mi hombro y fueron subiendo poco a poco succionando suave pero salvájemente, no podía esperar a que se encontraran con los mios, pero algo falló mientras subían. Grité con los ojos casi desencajados de pavor al sentir como algo afilado atravesaba mi piel justo donde el posaba sus labios ahora ensangrentados, alzó la cabeza y me miro con una macabra sonrisa mientras yo sentía como se apagaban mis latidos.
Cogió mi muñeca y volví a sentir como la perforaba con sus colmillos. Intenté gritar, pero no tenía a penas fuerzas para emitir un sollozo, esta vez me dolía mucho mas, la muñeca me ardía y la sensación se expandía al resto del cuerpo. Soltó mi muñeca, me besó dándome a probar mi propia sangre ¡Que dulce néctar!
Necesitaba más.
Así que aquí estoy, colándome en la casa de un extraño, entrando a su dormitorio, me mira con lujuria y algo empieza a abultar entre sus sabanas, me acerco lentamente a él...

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0 Con la mirada fija

Sólo tengo una duda, la cual no sé si quiero que sea respondida, ¿que por qué no lo sé? Bueno, no tendría mucho sentido en estos momentos, creo. O quizás sí, en cuyo caso merecería la pena escuchar la respuesta. Estos últimos meses se me han hecho eternos, cuando lo mejor para mí, y para todos los que han tenido la suficiente paciencia para aguantarme hasta hartarse, hubiera sido que se me pasaran volando. Quizás así no hubiera pasado esto. Quizás ahora estaría jugando a cualquier absurdo juego en el ordenador como solía hacer, o dibujando, o hablando con cualquier amigo o amiga, o… vete tú a saber. Pero no, no estoy haciendo nada de eso. Estoy en el suelo de mi habitación con la espalda apoyada en la pared y con la mirada fija. Por un momento he desviado la mirada y he observado con detenimiento mi cuarto. Mi armario, el escritorio con mi ordenador, las estanterías llenas de libros, mi cama, el balón de básquet, la torre de discos… hay algo que no está en su sitio, o mejor dicho, hay algunas cosas que no están en su sitio. No sé cómo, pero las veo, están debajo de mi cama, dentro de una caja que me esforcé en cerrarla bien. Ahí dentro está todo lo que me recordaba a ella, sus fotos, una carta que me escribió, la pulsera… si no me hiciera tanta falta hubiera guardado también el móvil. Ya hace, más o menos, cinco meses. Cinco meses en los que he sufrido lo que nunca había imaginado, en los que la he echado tantísimo de menos que no he conseguido dormir dos horas seguidas, he pasados terribles pesadillas en las que la veía alejándose cada vez más de mí mientras yo corría hacia ella sin avanzar nada… Mares, océanos enteros han surgido de mi llanto… Anoche derramé la última lágrima que correría por mi mejilla en su honor, anoche susurré por última vez su nombre en la oscuridad anhelando que me respondiera “He vuelto”, ¡anoche fue la primera vez que la odié!, ¡la odié por todo el tiempo que me ha robado!, ¡la odié porque me ha olvidado!, ¡la odié porque no tengo un solo segundo de mi tiempo en que no recuerde sus besos, sus caricias y sus abrazos…!, la odié y la odio, sí… ¡¡la odio porque la amo!!, ¡¡por su culpa estoy ahora en esta situación y aun así la amo!!, ¡¡no se da cuenta de cómo ha jugado con mis sentimientos y aun así la amo!!, ¡¡los celos me matan cuando me habla del otro y aun así la amo!!, a pesar de todo la amo pero sólo tengo una duda, ¿es posible que hiciera algo para desencadenar todo esto?, ¿dije algo mal?, ¿qué hice mal?, a fin de cuentas ¿habrá sido culpa mía? Como dije, ahora no tiene demasiado sentido responderme. He vuelto la mirada hacia donde la tenía antes y he cerrado los ojos. Escucho. El crujido de una cuerda es el único sonido que se aprecia, pero algo ha roto este silencio. La puerta se ha abierto y de ella ha emergido una figura que ha soltado un grito en cuanto ha entrado en la habitación. A todo correr se ha abalanzado a izar el cuerpo que yace colgado de una soga en la mitad de la habitación con la esperanza de que aún pueda estar vivo, pero es inútil. Grita mi nombre entre sollozos cuando ha conseguido descolgarme y me abraza como rara vez lo había hecho. Por fin, por fin es posible que me eche algo de menos y sin embargo ya sólo soy una presencia que nadie puede ver en la habitación y que es testigo de todo. Mi cuerpo inerte descansa por fin con un papel bien agarrado en la mano donde pone “¿Por qué te amo?”

Victor M.V.


lunes, 3 de diciembre de 2012

0

Tu no me deseas, no
tu no me necesitas
como te deseo, oh
como te necesito
y te quiero en mis brazos
y te necesito en mis brazos
tu no puedes verme, no
como yo te veo
y no puedo tenerte
como tu me tienes
y te quiero en mi vida
y te necesito en mi vida
No puedes sentirme, no
como yo te siento.
No puedo robarte, no
como tu me robaste
Y te quiero en mis brazos
Y te necesito en mis brazos

sábado, 1 de diciembre de 2012

0 Odio el día

La dicha no es más que una ilusión, la realidad es la parte cruel de esta vida. La noche es mi aliada y mis sueños son el único camino hacia la felicidad. Odio la vigilia, odio el día, la luz, el amanecer... Cual vampiro, la oscuridad me seduce, la noche da vida a mis alas porque en los sueños... Los sueños. En los sueños eres mía. Tus labios, tu piel, tus ojos se rinden a mí. Cada caricia la siento como real, tus besos me transforman, tus palabras de amor me elevan durante el intervalo de tiempo que imita a un coma, un coma que desearía que fuera eterno. Pero en cambio, la luz te despoja de mi lado, te abrazo todo lo fuerte que puedo y te tornas en polvo entre mis manos. Con mares rebosantes de mis lágrimas grito tu nombre, y el día sólo me responde silencio. Un silencio que llega a ser más atronador que cualquier otro sonido. ¡Odio el día! ¡¿Por qué durante el día tengo que sufrir tu indiferencia?! ¡¿Por qué durante el día el brillo de tu mirada se me clava como mandobles ardiendo?! ¡¿Por qué el amor que me brindas en la noche se desvanece como un espejismo?! ¡¿Por qué al oír tu nombre la poca paz que puedo conseguir durante el día se destruye al instante?! ¡¿Por qué durante el día mi vida se asemeja a un averno más llameante que el imaginado por la más retorcida mente?! ¿Por qué mi sangre se vierte por el suelo, gota a gota, con cada latido? ¿Por qué la guadaña de la parca ha caído sobre mi temblorosa muñeca bañada en lágrimas? La vida me abandona mientras el sol se oculta y la claridad da paso a la penumbra que siempre me ha sosegado. La poca luz que queda se refleja en la sangre del suelo de mi habitación tiñendo mi alrededor de grana. Detesto el día.


                 Victor M.V.


viernes, 30 de noviembre de 2012

0 Parte 2


- ¿Crees que estará lista para una terapia?
- Lo dudo mucho, pero no quieren esperar mas, dicen que necesitan respuestas y que las necesitan ya.
- Es pronto, pero ¿qué remedio? Dile a Damián que no haga planes esta tarde.
Uno de los dos salio de la habitación, luego oí como se acercaban a mi con un taconeo.
- ¿Evelyn?
No quería responder ¿De que iba todo aquello?¿Cómo que terapia?
Yo no estaba loca, yo llevaba un día a día normal, con conversaciones normales, hacía  alguna que otra idiotez cuando estaba con mis amigos... bueno, muchas idioteces, pero no hasta el punto de considerarme loca. Yo sobraba en aquel sitio, no hablaba sola, no me creía una superheroina y saltaba desde ventanas o me mecía en una esquina abrazando a mi muñeca de la infancia, ni tampoco hablaba cada noche con la tía Gretruth, que en paz descanse.
Abrí los ojos, la mujer que había junto a mí era pelirroja y llevaba gafas, era bastante guapa y rondaba los 40, su pelo era la única chispa de color en aquel lugar, todo era blanco, mi camisón, el techo, las paredes acolc... ¿Acolchadas? ¿En serio? ¿Pero quien demonios creen que soy yo?
- Tranquilízate -al parecer eso no lo había pensado, lo había gritado
- ¿Que me tranquilice? Perdone, ¿si usted se despertara atada y aislada estaría tranquila? - le dije enfadada, pero respiré para relajarme, cosas que hace cualquiera, como enfadarse, allí dentro podían significar una enfermedad mental.
La mujer me desató, me dijo que me sentara y me hizo un breve cuestionario; datos personales e historial médico.
- Esto es todo por ahora, ya es casi la hora de comer, en breve te traerán el almuerzo.
Asentí y la mujer se dispuso a irse.
-Ah, olvidaba presentarme, soy la Dra. Danielle Fay- permaneció parada unos segundos como esperando un "encantada" que no recibió.
- Lo se, lo pone en su placa, además de directora.
Se fue y cerró detrás de sí la pesada puerta.
Me senté el camastro y me dediqué a pensar en por que podría estar yo allí, poco después llegó un chico con la comida, era joven y de complexión fuerte.
El chico me miró con curiosidad, dejó la bandeja en la mesilla blanca que había a la entrada y se fue sin decir una palabra. Tenía hambre, así que me acerqué a la mesilla, la bandeja contenía una especie de puré entre anaranjado, verdoso... y otro color que no sabría describir y había un bol mas pequeño con lo que parecía ser arroz con leche, cogí la cuchara de plástico y me comí directamente el postre.
Después de unas dos horas pensando en los últimos días sin conseguir ver mas que manchas borrosas  la puerta volvió a abrirse, era la remilgada directora.
- Señorita Evelyn, venga conmigo.






















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0 Parte 1


Abrí los ojos y lo primero que vi ya me desconcertó.
No es que fuera nada de otro mundo, era un techo, simplemente eso, pero no sabia a donde pertenecía... ni como había acabado yo bajo él.
Empecé a repasar la noche anterior paso a paso para tener una mínima idea de donde estaba o al menos de cómo había llegado allí, pensándolo bien quizá no fuera la noche anterior, puesto que no sabia que hora era, el caso es que no recordaba haber ido a casa de nadie y tampoco haber bebido, empezaba a asustarme.
Decidí levantarme y salir por piernas sin pararme a averiguar que lugar era aquel, pero no pude, descubrí que además me encontraba inmovilizada por los tobillos y las muñecas. Por si fuera poco reinaba un inquietante silencio que me daba a entender que estaba en el rincón mas alejado y desolado del planeta y que seria inútil gritar, así que luché contra las ataduras durante ¿minutos, horas? Ni idea, perdí la noción del tiempo.
- Despertó agitándose bruscamente y la sedamos, ya debería habérsele pasado el efecto.
¿Qué? ¿Por qué no recordaba eso?
La voz femenina que me despertó no me era familiar, fingí seguir dormida.


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jueves, 29 de noviembre de 2012

0 Soledad


Vuelve la noche y vuelve a dejarme sola, sin más compañía que un rayo de luz de luna que se cuela por la rendija.
Que amargo sentimiento.
Hay quien ama la soledad, pero yo la detesto con todo mi ser. No quiero estar sola, quiero tener tu presencia.
Quiero mirarte a los ojos y ver en ti esa mirada que sin una palabra me grita que me quieres, quiero recorrer tu rostro, iluminado por esta sutil luz, con las yemas de mis dedos, probar tus labios y continuar por el resto de tu piel.
Quiero que me susurres al oído que me deseas y que no me dejaras escapar, pero ante todo quiero conocerte de una vez.
¿Donde estás? Se que existes, se que estas escondido en algún lugar, no muy lejos, y se que algún día voy a encontrarte, pero empiezo a cansarme de esperar sin mas compañía que ese rayo de luz de luna.

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