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martes, 25 de febrero de 2014

0 ¡Vendida! ¡Soy una vendida!

Una persona pelirroja y sensual me ha ofrecido 100€ y un polvo por cada visita que reciba desde mi blog, y claro, no me he podido resistir a sus encantos.
¡Mirad que banana se trae entre manos!

Así no hay quien se niegue.
Y claro sumándole que su blog trata de arte, música, escritura, teatro y, resumiendo, aficiones en común, me es imposible no aconsejaros que le visteis.
¡Pero no me vale que entréis hoy y lo miréis por encima! Nanai.
Esta empezando, y conociéndole lo poquito que le conozco se que va a ser un blog muy interesante, así que no vale dejarlo de lado, aquí os dejo su link.
Mnartm.blogspot.com 
¡Espero que os guste mucho!

Este blog se encuentra inactivo, ya que se ha mudado esta página.

jueves, 13 de febrero de 2014

0 Aquí estoy de paso y os dejo una explicación y un Prólogo



¡Cuánto tiempo! Si tengo algún lector o seguidor fiel a parte de los que sé, merece una explicación. Resulta que llevo muuuuuuuucho tiempo con el blog abandonado porque estoy en el intento de escribir un libro. Por ahora solo he escrito el prólogo y alguna paginilla más, pero si que estoy recopilando ideas y haciendo borradores mentales. Os dejo el prólogo, y realmente dudo que escriba mucho más por aquí. Solo algún parrafo suelto que me parezca interesante y tal, porque me encantaría publicar el libro, y colgarlo completo en la red ¡sería suicidio! Así que nada, espero que os guste y os de un poquito de ganas de saber el motivo de lo que sucede y que pasará luego.




Al despertar intenté abrir los ojos, pero no podía, algo me los cubría, entonces intenté gritar.

- ¡Mmm mm mm! -fue lo único que salió de mi boca-.

Por un momento pensé que alguien me estaba gastando una broma de mal gusto, pero según pasaban las horas la idea se hacía más remota.

Ya no sabía si era de día o de noche, el ambiente estaba cargado y húmedo.

El no saber que me esperaba era lo peor ¿Querían matarme?, ¿torturarme?, ¿violarme? Las lágrimas se hicieron un hueco entre mis ojos y la venda y pasé sollozando interminables horas.
Me desperté sobresaltada cuando llamaron a la puerta y maldije seguir viva.
Unas manos me quitaron la mordaza, iba a gritar, pero al notar como resbalaba agua por mis labios no pude negarme.
- Shhh, tranquila, cariño, no voy a hacerte daño, vengo a sacarte de aquí, vengo a rescatarte.
- ¿De verdad a sacarme de aquí? -le supliqué-.
- Sí.
Me ayudó a ponerme en pie sin destapar mis ojos, me desató las manos, aliviando así el dolor de mis muñecas, y me guió hasta un coche.
Al llegar al coche me tendió en los asientos traseros. No necesitó usar la fuerza, yo no sabía dónde estaba ni donde ir y él tenía un coche. Intentar huir habría sido inútil, así que me deje llevar.
Mis tripas no pararon de rugir durante el trayecto.

- ¿Cuánto llevaba allí? -susurré-.
- Casi tres días.

Mi estómago volvió a rugir y puse mis manos sobre él.

No mucho más tarde noté como el coche empezaba a frenar, se hacía todo aun más oscuro y, de repente, un haz de luz atravesaba el poco espacio entre la venda y mis ojos. Supuse que estábamos en su garaje.

Me sobresalté cuando la puerta que estaba junto a mi cabeza se abrió de golpe. El desconocido me ayudó a salir del coche y me cogió en brazos. Echó a andar sin soltarme, hasta que noté que bajaba unas escaleras, entonces abrió una puerta, me dejó allí y oí como se cerraba la puerta detrás de mí.

- Señor...
- ¿Sí?
- ¿Va a hacerme daño?

No respondió, en lugar de eso me avisó que ya podía descubrir mis ojos.
Me quité la venda, la habitación estaba oscura y busqué a tientas un sitio donde sentarme.
Un rato después la luz se encendió desde fuera y aquel hombre apareció con un plato que parecía llevar bacon o alguna otra carne grasienta. No pude evitar llevarme las manos a la boca.

- Eso huele grasiento y asqueroso -aun así mi estómago me lo pedía-.
- Es lo que hay, Lucía.
- Me llamo Alinka...
- A partir de ahora te llamas Lucía -musitó algunas palabras más entre las que solo distinguí "personaje"-.
- ¿Qué?
- Que te comas eso.
- Yo no como carne...
- Es lo que hay.

Aun no le había visto, tuvo cuidado de darme siempre la espalda.
Miré inevitablemente el bacon, aunque intentaba no hacerlo.
Estaba caliente, echaba humo, lo seguí mirando y cuando me di cuenta ya había dejado de humear, mi estómago me preguntó por qué no estaba digiriendo ya eso, pero yo no sabía cómo explicarle que no quería comerme algo que hubiera tenido madre.
Al final me convenció y me lo comí entre arcadas y placer por igual. Luego me autotorturaría por lo que había hecho.
Después de unos minutos de desesperante silencio un grito agónico que ni yo misma esperaba salió de mí. Farfullé insultos y maldiciones y me senté en el suelo entre sollozos, hasta que estuve lo suficiente cansada para acostarme.






© 2014 Mel Köiv Todos los derechos reservados


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