Vistas de página en total

Secciones

martes, 23 de diciembre de 2014

1 Blanca navidad

Navidad... La fiesta más dulce. Las calles están inundadas de mil olores, mazapán, turrón, buñuelos, algodón de azúcar y lo menos dulce pero no menos exquisito, castañas asadas.
Las castañeras, esas mujeres que llenan nuestras calles de una falsa niebla cálida y espesa.
En los lugares como este, en los que nunca nieva, es lo más parecido que tenemos a una "blanca navidad", como suelen decir.
Aunque he de confesar algo; amo la navidad.
Sé que es una época consumista y blaablaablaa, todos esos argumentos hippies - a los que, por cierto, no les falta razón-. Y que es la época más hipócrita del año, en la que todos aman y ayudan a todos incluyendo a los pobres que están tirados en las aceras a los que unos meses antes no mirabas al pasar y ahora le das cinco euros y un chocolate calentito e incluyendo a los "pobres negritos" que mientras se mueren de ébola no te has molestado en saber en que consiste la enfermedad hasta que ha llegado a tu país pero ahora te preocupa que tengan un regalo bajo el árbol. Oh, espera, ni siquiera tienen árbol, y la familia se reúne para pelear por la mínima gilipollez, porque todos se detestan pero en estas épocas hay que fingir amor y cariño a cambio de saborear a un buen jamón celebrar juntos estas fiestas tan especiales.
Además nunca he tenido una familia que se reúna en navidad, ni tampoco una que no se reúna, vivo aquí desde que tengo memoria, y desde que tengo memoria, la única navidad que he conocido es la que veo a través de la ventana.
Nada de luces de colores aquí dentro, tampoco árbol ni villancicos. Nada de cenas lujosas, alcohol y pasteles. Nada de regalos. Nada de películas navideñas familiares de bajo presupuesto y aún más baja calidad.
Esa chiquilla rubia, la castañera, es la única que me hace amar la navidad, porque es la única época del año en la que la veo.
Siempre se pone en el mismo sitio, frente a mi ventana, y juraría que alguna vez la he pillado cruzando su mirada conmigo. Siempre hay a su lado un niño jugando con un globo, que siempre es de color rojo. Quizá sea su hermano pequeño, ella parece demasiado joven para tener hijos. Puede tener unos veinte años.
Me he fijado en que siempre lleva el mismo gorro y la misma bufanda, alguna vez he pensado en regalarle otra, pero quizá lleva esa por algún motivo especial, quizá se la regaló su madre cuando aún estaba en vida, y la mía acabe en la papelera más cercana, en la que esta junto a ella -sí, ella esta junto a una papelera, ella, ese monumento que fácilmente podría estar en el escaparate de una joyería, estaba junto a una sucia y vieja papelera-.
No soportaría ver mi regalo en la basura mientras la observo. Como una broma pesada y malvada. Un no muy sutil "no quiero nada de ti".
Sueño cada día con que venga a visitarme y me envuelva en un cálido abrazo que nunca acabe, exatasiándome con su peculiar perfume de castañas asadas, sueño con quitarle el gorro y enredar mis dedos entre sus cabellos mientras me cuenta que lleva años observándome y hasta hoy no se ha atrevido a buscarme, porque no quería pasar un año más sin saber mi nombre.
Sueño con decirle mi nombre y que ella susurre en mi oído el suyo.
Quizá se llame Marta, es un nombre bonito, le pega. O quizá Elena, Laura, Alicia...
Un nombre hermoso y clásico a la vez, como su rostro.
Sueño que, después de ese abrazo, nos fundamos en uno bajo las sábanas.
Y sueño que me agarre del brazo y corra, arrastrandome, sacándome de aquí para siempre. Sé que solo ella podría hacerlo, solo necesito mirar sus ojos para saberlo con toda la certeza del mundo.

Por ahora el único sueño que cumplo es el de dormir cada noche contemplando su rostro, aunque sea a lo lejos. Dejarme absorber por la oscuridad, cerrar mis ojos y seguir viéndola en mis sueños.


Oigo una puerta cerrarse detrás de mí. Es metálica, la mayoría de puertas aquí lo son, y oigo a uno de los doctores hablar de un pobre loco que pasa los días mirando a través de una postal, como si de una ventana de tratase.
Tengo miedo de volverme tan loco como él o el resto de mis compañeros.
Pero sé que me sacarás de aquí antes de que eso suceda.
Y me dirás quien es ese niño que siempre te acompaña con un globo rojo, y quien te regalo ese gorro y esa bufanda que nunca te quitas.
Jamás dejaré de esperarte.




Este blog se encuentra inactivo, ya que se ha mudado esta página.
© 2014 Mel Köiv Todos los derechos reservados 

lunes, 22 de diciembre de 2014

0 La cena

Silencio.
Tu y yo.
Tu mirada y la mía.
Sin decirnos nada nos lo estamos diciendo todo en esta batalla en la que cada uno lucha por no ser el primer estúpido en abrir la boca y decir lo que ambos estamos pensando.
En nuestros platos, el ultimo bocado, troceado mil veces como excusa para alargar este momento, se enfría. Mientras que el vino, con el que nos limitamos a humedecernos los labios con la misma intención, cada vez está más caliente.
Cada uno de nuestros movimientos es sumamente lento. La tensión es palpable, no solo se podría cortar con un cuchillo, bastaría con darle un toquecito con el dedo para que se rompiera como un cristal.
Tu pierna se desliza entre las mías bajo la mesa.
Dios, no, no hagas eso. No me lo pongas aun más difícil.
Me guiñas un ojo. Se exactamente lo que pretendes, algo que no es fácil de decir con palabras, que siempre evitamos demostrar que queremos que suceda. Por quedar bien, por fingir que somos personas serias y enteras.
Sabes que yo quiero lo mismo, por eso me haces esto. Valiente hija de... sí, tú si que sabes controlarme y conseguir lo que quieras de mí. Paseas tu suave lengua por tus labios, que hoy lucen el color del rubí. Sabes exactamente como llevarme a ese punto en el que no puedo negarte nada...
Y te vuelvo a mirar, con ojos de cordero degollado, suplicando que pares esta lenta tortura.
Tú te limitas a tirarme un beso, coges tu bolso y te vas hacia el baño.
Mientras tanto te imagino ante el espejo; perfeccionando tu carmín, sonrojando tus mejillas con ese maquillaje que usas a pesar de no necesitarlo... arreglándote las pestañas con tu boca entreabierta, amo tu boca así, es tan sugerente.
Tus andares de "femme fatale" me sacan de mi ensoñación mientras te acercas hacia mí.

- Joder, Manolo, ¿que más tengo que hacer para que pagues la cuenta?



Este blog se encuentra inactivo, ya que se ha mudado esta página.

© 2014 Mel Köiv Todos los derechos reservados 

viernes, 21 de noviembre de 2014

0 Último aliento

Otra vez igual, ante ti, de rodillas, suplicando que me perdones.
Pero esta vez es diferente, esta vez de verdad no quería, quizá en el fondo nunca quise...
Y aún así veo tus ojos clavados en los míos, pidiéndome explicaciones, gritando "¿¡Por qué!?" a través de sus pupilas mientras es tu boca la que me observa, entreabierta ante lo inesperado pero sin fuerzas para abrirse más y gritar.
Pero, ¿qué podría responderte?
El único motivo para hacerlo fue precisamente la falta de motivos para evitarlo.
Lo se, se que es una pésima excusa, que si fuera así todos lo harían, pero me temo que ya no hay vuelta atrás. Tiré el móvil al retrete para evitar tentaciones y nunca he tenido teléfono fijo. No hay nadie a quien acudir, solo queda perderme en tus ojos hasta que se apaguen.
¿Pero por qué te sientes así? ¿Qué vas a echar de menos?
No tenías a nadie, no tenías presente y ahora no tendrás futuro, solo me tenías a mí y nunca fui suficiente, nunca pude hacer nada por ti, nada para salvarte mientras te hundías en la más absoluta miseria.
Por eso en lo más profundo se que esto es lo mejor que he podido hacer por ti.
Te estoy liberando de toda esa mierda que te rodeaba y, aunque me duele ver como tus ojos pierden su brillo, me alegro por ello.
Veo una última sonrisa en tus labios rodeados de lágrimas, son hermosos, nunca me había fijado en ellos.
Ahora tus ojos se han cerrado haciéndome perder el mundo de vista, perderte a ti, perder mi reflejo...

Este blog se encuentra inactivo, ya que se ha mudado esta página.
 
© 2014 Mel Köiv Todos los derechos reservados 

domingo, 9 de noviembre de 2014

0 Libertad

Subir, subir ahí arriba, a la cima más alta o incluso la más baja, da igual, no hay nadie más sobre mí, solo aves, aves enormes.
Y gritar.
Gritar: ¡SOY LIBRE!
Solo por un minuto o solo por una hora, pero soy libre.
No estoy bajo vuestros focos, ni siquiera al alcance de vuestra vista, y eso sin estar entre cuatro paredes, sino bajo un cielo anunciando lluvia que aguanta y la retiene pacientemente por mí.
Y que abre paso entre sus nubes para mostrarme que incluso el día más gris esconde algo hermoso.
Dios... Libertad.
Se que no existe, que solo es una fantasía, pero ¿y qué?
¿Qué norma nos impide disfrutar de las fantasías de nuestra mente? ¿Qué retorcida mente prefiere evitar fantasías a regocijarse en ellas?
¿Qué sería de nuestra vida sin ilusiones?
¿Qué sería de nosotros sin, al menos, un minuto de libertad?
Nos volveríamos locos. O peor aún, demasiado cuerdos.


Este blog se encuentra inactivo, ya que se ha mudado esta página.

© 2014 Mel Köiv. Todos los derechos reservados.
 

miércoles, 5 de noviembre de 2014

1 Tiempo perdido

Me encantaría saber quien ha hecho esa foto.
Sinceramente al mirarla me veo a mí, a mi con... ¿7 años? ¿11? No se, todos los niños me parecen iguales.
¿No es preciosa? A mí al menos me lo parece. Al igual que yo lo era, pero entonces no tenía ni idea.
Yo tenía el mismo pelo, el mismo cuerpo y, ¿como olvidarlo?, la misma barriga.
La recuerdo perfectamente, no me gustaba nada de mí, pero aun menos esa asquerosa bola de grasa que tenía por epicentro, el sol de mi vía láctea. Enorme, redonda y captando miradas.
Y ahora veo esta foto. Realmente era como ella, cuando me sentaba, mi barriga también se dividía  exactactamente en tres.
Y evidentemente no la veo fea, no la veo gorda, su barriguilla me parece una hermosura y a la par graciosa.
No se cuantas veces sostuve mi barriga entre mis manos pensando que cantidad de carne sobraba, no se cuantas veces se me pasó por la cabeza incluso cortarla "¿Qué más da? si lo hago al médico no le quedaría mas remedio que coserla, hasta podría pedirle de paso que si puede sacarme mas grasa, ya que esta abierta".
Sí, pensaba eso. Creo que lo pensaba cada día de mi maldita existencia.
Si hubiera algo en mi mano que pudiera hacer para recuperar todos aquellos días...
El pasado no vuelve, todos lo sabemos, pero los niños no nos paramos a pensar en eso, no meditamos, no reflexionamos, tampoco sabemos el mundo que hay haya afuera, lejos de los insultos de los compañeros. Solo sabemos lo que vemos y nos rodea.
Y si lo que te rodea es odio y asco a tu cuerpo, piensas que debe haber un motivo, te lo crees y, años después, descubres que has pasado tu vida estando muerta por dentro.




Este blog se encuentra inactivo, ya que se ha mudado esta página.
© 2014 Mel Köiv. Todos los derechos reservados.
 

miércoles, 29 de octubre de 2014

0 Amor verdadero e incondicional

No sabes cuanto te extraño cada día, no hay nada más duro que alejarme de ti.
De la mañana a la noche, cada minuto sin ti se me hace eterno y no puedo pensar en otra cosa que no seas tú acariciando mi cuerpo desnudo, envolviéndolo con tu calor.
Extasiarme de olor inconfundible y cabalgar sobre ti en tantas posturas como nos pida la noche hasta que me hagas ver el cielo.
¿Qué más da si nos envuelve la oscuridad? ¿Qué más da si afuera es frío o cálido?
Tus brazos fieles siempre me acogen como si no existiera un mañana, solo a mí, nunca fuiste ni serás de nadie más.
He reído contigo y también te he empapado con mis lágrimas...
¿Qué más necesito si te tengo a ti?
Te quiero, cama.
(Que trabajo me ha costado encontrar una puñetera imagen romántica sin mensajito cursi)


 
Este blog se encuentra inactivo, ya que se ha mudado esta página.
© 2014 Mel Köiv Todos los derechos reservados

miércoles, 22 de octubre de 2014

1 Pasiones

No se cuando fue la primera vez que tomé un lápiz y un papel para crear un pequeño mundo a través de unas cuantas palabras, pero ese día, sin darme cuenta, estoy segura de que cambió mi vida para siempre.
Desde entonces sigo escribiendo, a veces con más constancia, otras con menos, otras casi nula, sin embargo siento esa pasión dentro de mí, incluso en esas largas temporadas en las que no escribo. Y, lejos de perder la ilusión, esa pasión se acrecienta en mí cada día que pasa.
No voy a mentir, he tenido mis malos momentos, he escrito, leído, releído, editado, borrado e incluso roto en mil pedazos.
He participado en concursos y he perdido.
Me he hundido y he decidido plantarme, luego me he dicho que soy imbécil y me he levantado.
¡Y estoy segura de que todo eso me volverá a pasar mil veces más! Y de que cada vez que lo retome lo haré con mas ganas.
Pues, no solo tengo apoyos, esperados e inesperados, de conocidos y de desconocidos.
No sabéis cuanto me llega y como me hace sentir un "Tengo una amiga que es escritora" un "Te he seguido en tu blog, aunque no estoy seguro porque no me entiendo mucho con estas redes", un "Leed este relato de Mel Köiv, no os decepcionará" ¡E incluso un "Cuando tu libro se publique en papel, quiero un ejemplar firmado"!
¿No es increíble esto siendo una jodida amateur? Hablando feamente, pero es mi costumbre y aquí me muestro como soy.
Todo esto son comentarios reales, por no hablar de dos grandiosos amigos que me siguen, apoyan y aconsejan desde que me inicié de forma mas activa en esto. Joel y Lucia.
Pues no solo por eso se que no voy a rendirme en este camino que empecé sola y al que cada vez se une más gente, aunque sea poco a poco.
Además, esto va a sonar muy raro, escribir es uno de los mayores sentimientos que he experimentado, similar al amor o a esperar algo con impaciencia, mariposas en el estómago, un pellizco en el corazón...
Llego a sentir cada palabra que escribo, llego a amar cada personaje que creo (aunque acabe matándolos casi siempre... soy un ser despreciable) como a propios hijos.
Llego a echarlos de menos si dejo de escribir, A ELLOS, no al hecho de escribir, que también.
Me sorprenden sus actos, sus pensamientos... es como si no saliera de mi cabeza, como si fuera una espectadora.
Es irónico que a pesar de todo lo que acabo de escribir, no tengo palabras para describir lo que es la escritura para mí, concluyo con una frase que se me vino a la cabeza mientras pensaba en todo esto:
"No me pidas que te ame como amo escribir, está fuera de mi alcance".
(Sonaba mejor en mi mente)
Esto es merecedor de estar en los agradecimientos si acabo publicando el libro, pero no era la intención ni por asomo, solo quería plasmar en un rinconcito de mi blog, cuanto amo esto, que para mí es más que un hobby.
Un abrazo con mucho amor.


Este blog se encuentra inactivo, ya que se ha mudado esta página.
© 2014 Mel Köiv Todos los derechos reservados

miércoles, 15 de octubre de 2014

0 Día del padre, un año cualquiera

Aún guardo todas esas porquerías, no me preguntes por qué.
Cada trasto que unos profesores de esos que no son conscientes de que hay niños huérfanos o con dos madres nos mandaban hacer el día del padre. Esos incompetentes, todos los que tuve a decir verdad.
Aún guardo el marco con su "Te quiero papá" escrito a un desconocido, probablemente por otro desconocido, pues dudo que yo tuviera esa caligrafía con poco más de dos años.
Aun guardo el cenicero que hicimos con una lata de conservas, el lapicero con una lata de tomate, otro lapicero con plastilina y almidón, de esos que llevan agujeros para insertar los lápices. También tres o cuatro pisapapeles...
Porque por todos es sabido que, no solo todos tenemos padre, sino que además todos los padres son fumadores y suelen tener papeleo como para necesitar tres pisapapeles y dos lapiceros.
En fin, no se que hacer con toda esta basura que supongo que algún día guardé con la esperanza de conocerle, me pregunto si el dejó una estantería vacía con la esperanza de recibir esto.
Casi puedo visualizarlo, un diecinueve de marzo de que mas da el año, sentado en la cama observando una estantería vacía, como si solo por eso fuera a aparecer ante el cada chisme que le hice.
No voy a mentir, es una imagen bonita, incluso conmovedora.
Una estantería vacía como el vaso que sostendría en su mano, o como la botella que habría a sus pies.
Pero para que voy a engañarme, cuando alguien abandona algo, es porque sabe de antemano que no lo vas a extrañar.
Un impulso me lleva a escribir una nota y meterla en la caja.
"¿Tienes una estantería vacía?"
En cuanto cese la lluvia dejaré esta caja en su puerta, ese sera mi primer y ultimo contacto con mi padre.
Solo eso, solo un:
‹‹Existo, ¿sabes?››
© 2014 Mel Köiv Todos los derechos reservados
Este blog se encuentra inactivo, ya que se ha mudado esta página.


martes, 9 de septiembre de 2014

1 Oh, dios, ¿Qué he hecho?

No he dejado el blog.
Cierto es que está en un indefinido "pause", pero juro que cada día que pasa pienso: <<De hoy no pasa, hoy escribo>>.
Desde que empecé una cierta "lucha" aquí en mi ciudad (realmente desde antes, pero eso es un caso a parte) no llevo una buena racha y, quizá esto usualmente active mi inspiración, pero desactiva mis ganas de coger el lápiz y escribir.
Lo único que tengo ganas de escribir es mi decepción y mi falta de fe en el ser humano.
Por defender nuestros ideales, muchos estamos siendo acorralados (en el sentido literal), insultados, humillados, amenazados...
¿Hemos de temer salir a la calle solo porque nos negamos a que dos animales sean asesinados para que 100 "humanos" (bestias en mi opinión) tengan unos minutos de adrenalina?
Desde hace unos meses no me apetece leer, no me apetece reír, no me apetece llorar...
Me paso el día y la noche paseando por la sección de noticias de facebook, también sin ganas, pero teniendo el móvil en la mano es la distracción más fácil.
Solo me apetece huir, huir lejos a un mundo ideal, donde la gente respete que el resto no piensen igual que ellos y no acosen a quien piensa diferente.
Y como no existe, ese es el botón que activa mi inspiración, pero claro, tampoco me apetece escribir.
Tampoco es que estuviera deseando escribir esto, pero he pensado que si aún me queda algún lector merece saber si he abandonado o no y por qué.
El por qué no es solo este, pero de los temas personales no voy a hablar, obviamente.
Así que eso es todo, de lo único que me considero capaz de escribir en esta etapa es de la falta de sensatez, ética y humanidad de muchos de nuestra especie (la mayoría por desgracia), pero no quiero que mi blog trate de eso. No lo creé para ello.
Gracias por leerme, intentaré volver pronto.
P.D: Quiero aclarar que el libro que empecé también esta actualmente parado, pero que tampoco tengo intenciones de dejarlo, ya que mi sueño es que algún día repose en vuestras estanterías.
Un enorme abrazo para los que sigáis ahí.

Este blog se encuentra inactivo, ya que se ha mudado esta página.

martes, 19 de agosto de 2014

1 Destino inmerecido

Sinceramente, no sabría decir dónde estoy.
Estaba comiendo con unos compañeros cuando de la nada aparecieron unos extraños en nuestro hogar, nos ataron y nos hicieron avanzar hacia una especie de... ¿calabozos? a base de golpes, no muy fuertes, pero lo suficiente molestos, cabría decir humillantes.
Ahora está todo oscuro y no se cuántos habemos aquí, sin duda demasiados, pues la movilidad es casi nula.
Estos calabozos están en continuo movimiento y todos nos chocamos, sobretodo cada vez que salta. Imagino que nos están trasladando, pero no sé donde, tampoco es que les importe nuestra opinión.
De entre mis compañeros emanan quejidos lastímeros y de confusión que suenan como una orquesta mal armonizada.
La falta de oxígeno, los continuos saltos inesperados, los choques con mis compañeros, el calor <<¡Dios mio, cuánto calor! Esto parece un horno>>
Empiezo a alterarme.
Sudo, hiperventilo, no paro de moverme en busca de algo que ni yo mismo se. Pero eso solo me hace tener más ansiedad.
Me choco con alguien, retrocedo del susto, piso a otro, se asusta, grita, me asusto...
<<¡No veo nada!>>
Si al menos dejaran entrar algo de luz, para vernos y no herirnos.
Creo que estoy al borde de un ataque de ansiedad.
Por suerte el calabozo se detiene.
Alguien abre el portón dejando entrar unos cegadores rayos de sol.
La verdad es que ninguno queremos estar dentro, pero tampoco queremos salir, no sabemos lo que nos espera allá afuera. El hombre que ha abierto el portón se acerca a nosotros y nos hace salir de la misma forma que nos hizo entrar, aunque solo a dos de nosotros. Agachamos nuestras cabezas y obedecemos, sumisos, al menos nos evitaría que nos pegara más fuerte.
Vuelven a atarnos y nos llevan a través de un camino ya marcado.
Al final del camino hay una puerta, la cruzamos y la cierran detrás de nosotros.
Miro a mi compañero a los ojos, que se limita a devolverme la mirada.
Poco después se dejó llevar por el sueño, bien merecido tras el incómodo viaje y esta desconocida situación.
Me pregunto que pasará con el resto de compañeros.
El sol se puso y yo también me dejé llevar por el sueño.
--------
Ya es de día, el sol ha salido y me han despertado con otro de esos molestos golpes.
Resoplo irritado, como me gustaría poder patearles entre las piernas, pero claro, ellos son listos, primero me han atado mientras dormía.
De nuevo me conducen, aunque ahora tirando de la cuerda, hacia otro de esos calabozos, esta vez mas pequeño, solo para mí, así que cuando entro cierran la puerta a mis espaldas.
No mucho tiempo después, se para y abren la puerta.
Lentamente salgo...
Miro a mi alrededor...
Estoy rodeado de gente, pero ¿por qué?
Doy unos pasos hacia atrás, prefiero volver allí y estar solo, no me fío nada de estos, que además no paran de cuchichear y mirarme como esperando a que haga algo.
Pero mi escondite ya no está ahí, han cerrado la puerta.
De repente alguien grita algo ininteligible y todos parecen seguirle a coro.
Igualmente, uno se acerca y empiezan a acercarse más, retrocedo asustado y recibo otro maldito golpe, me sobresalta, doy unos pasos rápidos hacia delante y de nuevo vuelven a chillar todos, acercándose y alejándose de mi como si se burlaran.
Se me ocurre que quizá estén asustados, intento explicarles que no quiero hacerles daño, pero nuestro idioma es diferente, no entienden nada y responden con mas gritos ininteligibles, recibo más golpes aun, empiezo a hartarme demasiado de esta situación y caigo en que solo me queda una salida.
Huir.
Me dispongo a correr, pero estos cabrones se ponen delante de mi camino, ya nada me importa, demasiada paciencia he tenido, corro con todas mis ganas, unos se acercan a mi, otros huyen, todos gritan sin parar, como monos, es impresionante el guirigay que arman.
Mientras huía me he chocado con alguno, tampoco es que fuera mi culpa, ¿qué hago si se me tiran encima?
A mas de uno lo traté de esquivar, pero la recompensa que me llevaba era un tropezón o resbalón y una torcedura de tobillo.
Cojeando ya como iba, no fueron pocas las veces que me choqué, ya fuera con personas o edificios, pero conseguí llegar hasta el final y encontrarme con... de nuevo aquel maldito cajón.
Pero al menos allí estaría a salvo, descansaría y estaría solo, en gran parte fue un alivio encontrármelo.
Me hicieron subir y me volvieron a trasladar al lugar donde esperaba mi compañero.
Una vez que llegué allí, me habría gustado comentarle todo lo que me acababa de pasar, pero no podía.
Que impotencia...
Horas después fue a él a quien se llevaron.
Y al rato, cuando volvió, supe por su exhausta mirada que había pasado por lo mismo que yo.
Oí decir a un hombre mientras cerraba una de las puertas:
- ¿Y luego, q'acen con lo' toro' esto'?
- No me joda' que no lo sabe' "quillo"; tré' capotazo' y pasao mañana están en un guiso pa celebra la' fiesta'

NO A LA SUELTA DEL TORO EN UBRIQUE.

Este blog se encuentra inactivo, ya que se ha mudado esta página.


Si te gustó, puedes seguirme en mi página de Facebook, sería de gran ayuda para seguir publicando.

© 2014 Mel Köiv Todos los derechos reservados 

miércoles, 13 de agosto de 2014

0 AVISO IMPORTATE

Tengo un favor que pediros, si estáis a favor de los derechos animales y tenéis más de 16 años, os agradecería que firmarais aquí.

http://ubrique.pacma.es/

En mi pueblo, Ubrique, se está proponiendo (y es muy posible que por la falta de tiempo para impedirlo ya se celebre este año) soltar un toro por las calles, no se exactamente el nombre del "evento" pero es como un San Fermín en miniatura (?)
Hemos realizado una plataforma ciudadana en contra de esto, estamos creando eventos culturales para mostrar lo que sí es cultura y lo que no, entre otras propuestas, tanto como contrastando cuanto tiene de legal todo lo que el evento conlleva (recorrido, presupuestos, el voto a favor de los vecinos de el recorrido, el propio daño al animal y un larguísimo etc)

En principio hemos conseguido que las cervezas "Cruzcampo" y "Alhambra" retiren su patrocinio del cartel publicitario del evento. Lo que no es un paso pequeño tratándose de grandes empresas

Y ahora hemos creado con la ayuda del partido animalista PACMA esta recogida de firmas online en la que puede firmar cualquiera aun no siendo de la localidad.

Firma si estas en contra, comparte si conoces alguien que lo esté, tanto detro como fuera de esta página.
Toda firma será bienvenida.
Gracias.

jueves, 24 de julio de 2014

0 La cuenta, por favor.

Hola, me llamo X y hoy seré su presentadora del telediario:

De primer plato le servimos una buena guarnición de corrupción.

Para continuar, como plato fuerte, le traemos "Guerra", un plato bastante tradicional que se viene sirviendo desde hace miles de años, pero nunca pasa de moda. Evidentemente aderezada con una pizca de muerte infantil.

Para acompañar tenemos unas cuantas desapariciones ilógicas.

Y para terminar, como postre para que se vaya con buen sabor de boca y olvide todo lo anterior, le servimos toda la actualidad en deportes.
Gracias por su visita.

Este blog se encuentra inactivo, ya que se ha mudado esta página.



Si te gustó, puedes seguirme en mi página de Facebook, sería de gran ayuda para seguir publicando.

© 2014 Mel Köiv Todos los derechos reservados 

miércoles, 23 de julio de 2014

1 Atardecer

El teléfono comenzó a sonar de madrugada, lo busqué a tientas y descolgué irritada, mirando la pantalla con un ojo entreabierto.
- ¿Si?
- Necesito verte, te echo tanto de menos, cada día miro el atardecer y me recuerda a tus cabellos rojos, tan vivos, tan ardientes, necesito volver a sentirte, necesito oler el fuego de tu cabello y quemarme con el roce tu piel.
- ¿Rubén? ¿Estás borracho?
- Vuelve conmigo, Elena -me rogó- ¿De veras estás mejor sola que conmigo?
Aun adormilada, mi mirada se perdía por la habitación oscura y mi cerebro me decía que estaba soñando. Por lo que mis ojos se permitieron el lujo de volver a cerrarse.
- ¿Elena?
- ¿Eh? ¡Oh, si! El atardecer... y eso -bostecé.
- ¿Te estás riendo de mí?
- No. Mañana hablamos, Rubén, cuando tengas más glóbulos que alcohol en las venas. Buenas noches.
Cuando me desperté por la mañana y miré el móvil tenía un arsenal de mensajes suyos, todos de la misma índole.
"Te echo de menos", "Todo me recuerda a tí".
El diccionario masculino de sinónimos de "quiero echarte un polvo" al completo. Aunque he de admitir que algunos eran bastante originales, puede que algo inquietantes.
Con vista borrosa y un sueño del demonio escribí lo mejor que pude:
"Quizá np lo recwrdes, pero fuiste tú el q me dejó al descubrir mi decreto.
Secreto*" √√
El móvil volvió a sonar y me sobresaltó.
- Casi me da un infarto -le reprendí-, ¿qué quieres?
- Darte los buenos días al oído.
- Entiendo -respondí sarcásticamente.
- Anoche no estaba borracho, Elena -de repente su voz sonaba mucho más seria, quizá demasiado-. Te echo de menos y quiero volver.
- Eso no va a pasar, olvídalo ya. No se  por qué te cojo el teléfono. Me estás alterando.
Sin darme cuenta me había levantado y estaba dando vueltas en círculo mientras le hablaba.
- Ya sé que me pasé, pe...
- ¿Pasarte? ¡Me tiraste un billete a la cara y te fuiste!
- Dame una noche, por favor, solo una noche y te dejaré en paz.
- Que no, joder.
- No quería llegar a esto, pero... admíteme como cliente.
Rompí a carcajadas y no hice ningún intento por esconder mi risa.
- Dudo mucho que te lo puedas permitir, cielo.
- Limítate a decirme la cifra.
Le di una cifra descabellada para que deshacerme de él, pero para mi sorpresa, su respuesta fue:
"Nos vemos esta noche en el barrio antiguo, a la 01:00. Se puntual".
Y colgó sin más, sin darme tiempo a decidir o a decir nada.
"Oye, no me cuelgues así, esto hay que hablarlo" √
No lo recibía. Y, por supuesto, tampoco las llamadas.
Me pasé el día diciéndome a mí misma que no iría, e incluso que si seguía de aquella manera le denunciaría por acoso.
Tras muchas divagaciones y un día bastante rutinario, a las 00:00 me dejé caer en la cama.
Pero por algún extraño motivo, llamémoslo idiotez, a las 00:30 me estaba levantando para arreglarme rápidamente y acudir corriendo a nuestro encuentro.
Cuando llegué, él ya estaba allí, sentado en un escalón, fumando un cigarrillo mientras se miraba los pies.
Mis tacones le alertaron de mi llegada y miró hacia arriba.
- Tu... tu pelo -balbuceó.- Ahora es negro. ¿Por qué has hecho eso?
- ¿Qué más da? Los tintes se caen. Tenemos una conversación pendiente más importante.
Cuando dije eso, me tendió la mano, entregándome un sobre. Su mano estaba temblorosa y húmeda, así como su mirada.
- Sobre eso... -dije agarrando su mano y alejándola de mí- No acepté tu propuesta, solo pretendía darte largas, y eso he venido a decirte.
- Abre el sobre -de nuevo puso la voz tremendamente sería.- Cuéntalo, mírame a los ojos y dime que puedes permitirte rechazar esa cantidad.
Abrí el sobre y con solo ver el color de los billetes mi ritmo cardiaco aceleró y mis manos temblaban vacilando, separando esos papeles con la torpeza psicomotriz de un infante de guardería.
- No tengo por que decirte nada, no quiero aceptar esto de ti.
- No seas tonta -dijo quitándome el sobre de las manos y metiéndolo en mi bolso- Te prometí qué si me dabas solo esta noche -apartaba mi cabello de mi cuello mientras hablaba lentamente- te dejaría tranquila -acabó la frase con un beso en mi clavícula.
No se que sucedió, no se como me convenció, pero ha pasado poco más de media hora de aquello y ahora me encuentro en su cama, atada y desnuda y con varios cientos de euros en mi bolso.
Él se encuentra encima de mi, recorriendo mi cuerpo con sus manos y su boca, pero parece no reaccionar al tacto.
- ¡Es tu pelo, maldita sea!- Se levanta, indignado y busca su paquete de tabaco.- Negro. Negro como la noche, como el carbón, ¡cómo un cuervo carroñero! ¿Por qué negro? -saca un cigarrillo y se lo pone en los labios mientras se sienta en la cama, a mi altura. - Antes eras más guapa.
Empiezo a inquietarme, durante tres años de relación, nunca se había comportado de forma tan extraña.
Enciende el cigarrillo y sus ojos se iluminan y se abren de par en par contemplando la llama.
- ¿Te apetece una copa?- me pregunta mientras se levanta a cogerla.
- No puedo beber así -hago un gesto con mis manos atadas.
- Abre la boca, preciosa -me ordena acercándose con una botella de Brandy en la mano.
Obedezco y la vierte sobre mi boca.
Luego la levanta un poco y comienza a derramarlo por encima de mi cabeza y a los lados, donde mi pelo cubría la almohada.
Le mire extrañada e inquieta.
- ¿Qué estás haciendo? ¿Eres idiota?
Me besa con furia, con el cigarrillo aun en la mano, y capto un fuerte olor a quemado.
- ¡Me has quemado el pelo!
- No lo suficiente. Dice acercándome el mechero encendido.
Una llama nace en mi pelo y mi cara se descompone del terror.
- ¡Apaga eso, rápido! -grito intentando huir inútilmente de la llama.
- ¿Alguna vez te he dicho cuanto te favorece el color del fuego? Si. Ahora vuelves a ser la misma, con tu pelo rojo ondeando como un mar de lava. De gas en este caso, pero te sienta igual de bien.
El calor empieza a irritarme los hombros y mi cara suda como nunca.
- ¡Haz algo, por favor! -le suplico entre lágrimas mientras me revuelco intentando apagarlo en vano.
- Sí, debería hacer algo. Para eso pagué. - dice situando su mano entre mis muslos.
- ¡Apagalo, quema! - Chillo con todas mis fuerzas, agitando la cabeza sobre la almohada mientras pataleo e intento quitarme su manos de encima.
- ¡Dame un minuto, joder! -grita agitando su brazo, algo más abajo de su ombligo.
Empiezo a toser, poco consciente ya de sus murmullos de fondo sobre mi pelo, el fuego, el color rojo...
Han pasado muchos segundos o pocos minutos, no estoy segura de estar consciente, pero siento un golpe duro y frío en mi cara acompañado de un sonido como de piedras, el calor va desapareciendo.
Había vaciado la cubitera del Brandy en mi cabeza.
Ya, ajena al calor, me dejé llevar por la inconsciencia.
A la mañana siguiente desperté en mi cama.
Me llevé la mano a la cabeza, incrédula. Casi no me quedaba cabello, rompí a llorar y con vista borrosa mire hacia la mesilla.
En ella había peluca pelirroja de pelo ondulado, un bote de crema para las quemaduras, el sobre del dinero y una nota:
"Evité que te hicieras daños mayores.
Ahora los dos tenemos secretos.
Tú no hablarás de lo de anoche y yo no hablaré de tu vida nocturna.
Lo prometido es deuda:
Me hiciste ver el cielo estando en el mismísimo infierno, así que...
Hasta nunca.
P.D: Usa el regalo"




Este blog se encuentra inactivo, ya que se ha mudado esta página.
© 2014 Mel Köiv Todos los derechos reservados 
 

lunes, 23 de junio de 2014

0 Reedición (Probablemente definitiva) del prólogo

Vi mejor resubirlo que editarlo, espero que os guste.




Al despertar no pude abrir los ojos. Intenté gritar pero no conseguía más que emitir unos gruñidos débiles interrumpidos por tos seca. Una mordaza cubría mi boca y un fuerte olor me asfixiaba y raía mi garganta. No tardé en darme cuenta de que se trataba de algún desinfectante, amoniaco o cualquier otro producto fuerte de limpieza.

Por un momento pensé que alguien me estaba gastando una broma de mal gusto, pero según pasaban las horas la idea se hacía más remota.
No sabía si era de día o de noche, el ambiente estaba cargado y húmedo. Y el no saber por qué estaba ahí ni qué querían de mí, parecía alargar aún más las horas.
Las lágrimas se hicieron un hueco entre mis ojos y la venda que los cubría y pasé sollozando interminables horas.

Me desperté sobresaltada cuando alguien llamó a la puerta, solo para avisar de su presencia y maldije seguir viva, no quería enfrentarme a lo que fuera que me esperara.
Unas manos me quitaron la mordaza, mi primer impulso fue gritar, pero lo descarté al notar como dejaba caer sobre mis labios resecos, un chorro de agua fresca.
- Shhh, tranquila, cariño, no voy a hacerte daño, vengo a sacarte de aquí, vengo a rescatarte.
- ¿De verdad vas a sacarme de aquí? -le supliqué con voz rota, la garganta me ardía.
- Sí.

Me ayudó a ponerme en pie, desató mis manos, aliviando así el dolor que causaba el roce de las cuerdas contra mis muñecas, y me las lleve a los ojos para destaparlos, una mano firme me las sujetó sin decir nada y me instó a andar con un suave empujón.
Dejó su mano sobre mi hombro y me guió por la oscuridad mientras mis piernas obedecían y mi mente divagaba en busca de explicaciones.
El eco de mis pasos inseguros resonaba abarcando la estancia y caus
ándole al silencio una muerte lenta y agónica que se anularía en cuanto saliera de allí.   
A medida que atravesábamos varias puertas y de vagábamos por diferentes habitaciones y pasillos desapareció el olor a desinfectante para dar lugar a un fuerte olor a putrefacto que en varias ocasiones hizo que mi cabeza diera vueltas y mis piernas flaquearan.
De repente el hombre me soltó y se alejó de mí, no sin antes volver a atar mis manos.
Sus pasos se oían firmes y sutiles, como si acariciaran el silencio en lugar de torturarlo como yo lo había hecho anteriormente, y yo aproveché su distancia para intentar zafarme de las cuerdas.
Abrió de forma estruendosa una pesada puerta de hierro y una brisa, tan fresca que me hizo tiritar, llenó la habitación y se llevó con ella gran parte del desagradable olor que allí reinaba.
- Acércate me ordenó.
Vacilé antes de obedecer, quería destapar mis ojos, clavarle un tacón entre las piernas y salir corriendo descalza hasta encontrarme con alguien. Pero no podía. Volví a clavarle mis tacones como cuchillas al silencio, contando mis pasos para mantener la calma.
Sentí de nuevo su mano en mi hombro.
- Diecisiete dejé escapar en voz alta, pero no dijo nada.
Al llegar a la puerta me detuvo y oí detrás de mí como cerraba la escandalosa puerta.
Volvió a guiarme con la mano en el hombro, pero esta vez con más prisa, que sumada al suelo arenoso y pedregoso que notaba bajo mis pies, provocó una inevitable caída.
Me levantó agarrándome del brazo, las rodillas me escocían, me había raspado con las piedras y probablemente estarían sangrando, aunque fuera mínimamente.
Llegamos a un coche solo unos pasos más lejos y me tendió en los asientos traseros. No necesitó usar la fuerza, yo inmovilizada y  desorientada y él tenía un coche. Intentar huir habría sido inútil y estúpido, así que me deje llevar.
En cuestión de minutos noté como el coche empezaba a frenar, se hacía todo aun más oscuro y, de repente, un haz de luz atravesaba el poco espacio entre la venda y mis ojos.
Supuse que habíamos llegado a un garaje.
Me sobresalté cuando la puerta que estaba junto a mi cabeza se abrió de golpe. El desconocido me ayudó a salir del coche y me tomó en brazos. Echó a andar sin soltarme, hasta llegar a unas escaleras. Me puso en el suelo, desató mis manos, las tomó y me ayudo a bajarlas como un padre ayudando a un hijo a dar sus primeros pasos, y una vez abajo abrió una puerta, me dejó allí y oí como la cerraba detrás de mí.

- Señor...
- ¿Sí?
- ¿Va a hacerme daño?
No respondió, en lugar de eso me avisó que ya podía descubrir mis ojos.

Me quité la venda, aunque la habitación estaba tan oscura que la diferencia era minina, y busqué a tientas un sitio donde sentarme.
Un rato después la luz se encendió desde fuera y aquel hombre apareció con un refresco y una bolsa de papel marrón manchada de grasa, con la tan conocida M amarilla. No pude evitar llevarme las manos a la boca y la nariz, el hedor inundaba mis vías respiratorias y me formaba un nudo en la garganta.
- Tu cena, Lucia.
- Me llamo Alinka... objeté.
- A partir de ahora te llamas Lucia -musitó algunas palabras más entre las que solo distinguí "personaje".
- ¿Qué?
- Que cenes.
- Yo no como carne... mi estómago protestó al oir eso, pero yo no sabía cómo explicarle que no quería comerme algo que hubiera tenido madre.
- Es lo que hay.

Su voz sonaba joven, pero su cara aún era un misterio, tuvo cuidado de darme siempre la espalda.
En cuanto salió cogí el refresco para calmar mi garganta.
Miré inevitablemente la bolsa, aunque intentaba no hacerlo.
Según pasaban los minutos, el aceite parecía apoderarse de ella, arrugándola y ensuciándola, haciéndola ceder y encogerse. Cuando el olor dejó de ser tan espeso que cubría cada molécula de oxígeno, me dispuse a obedecer a mi estómago y probarlo. Hice un gesto de dolor cuando intenté tragar, por el daño que me había causado el desinfectante, y volví  a beber para aliviarlo.

Pasé unos minutos sentada en el borde de la cama mirando a la nada, rodeada de oscuridad y agónico silencio, y un grito de desesperación que ni yo misma esperaba salió de mis entrañas desgarrándome las cuerdas vocales.

Rompí a llorar farfullando insultos y maldiciones hasta que caí en la inconsciencia.



Este blog se encuentra inactivo, ya que se ha mudado esta página.
© 2014 Mel Köiv Todos los derechos reservados 

viernes, 16 de mayo de 2014

0 Marca España, mi primer poema en años

Marca España:
Nacimos para ser juzgados,
en este mundo donde reina lo mundano.
Donde censuran la expresión
para lavarse las manos.
La impotencia,
la angustia y el dolor,
nos lanzan a la calle.
A invocar nuestros derechos,
a jugar a ser iguales.
No pedimos mucho,
solo un mundo habitable.
Porque en este
tratan como a basura a un vagabundo,
por no tener un techo,
por no tener un rumbo.
Y si yo no lo secundo
me tachan de iracundo .
Quieren que lo vea normal,
la desdicha, la pobreza,
la tenemos que aceptar
para que ellos puedan ganar.
Ganar poder y ganar dinero
Eso es para lo único que surgieron
¿Qué importa el mundo teniendo el bolsillo lleno?
Estos supuestos lideres que predican la entereza
y mientras tanto
se enriquecen a costa de nuestra pobreza.
No puedo encender la televisión
sin morirme de vergüenza:
Tanto idiota ganando millones
y tanto simio tirándoles flores.
Pero a los que roban para comer,
a esos si los llamamos ladrones.
La llamada "marca España"
a mi no me representa.
Es ignorancia, es corrupción.
Es violencia encubierta y deshumanización
La vida y el tiempo algo me han enseñado:
Que si tienes poder todo está justificado.
Y que no hay mundo mejor,
que el que está deshabitado.

© 2014 Mel Köiv. Todos los derechos reservados
Este blog se encuentra inactivo, ya que se ha mudado esta página.

miércoles, 14 de mayo de 2014

0 Miércoles 14 de Mayo, 2014

La única reflexión de nuestra falta de ética, de humanidad y de... De todo que escribí, hace ya cuatro años. En octubre de 2010, sobre un vecino que se murió, nadie se dio cuenta y unos meses después al enterarse todos decían que si lo habían notado y además aprovecharon para saquear la casa del señor cuando la abrió la policía. Tengo esa entrada aquí publicada.
Pues hoy me he encontrado con algo peor si cabe.
Estaba en una tienda comprando unas cosas que necesita mi hermana pequeña para una excursión, había ido con mi abuela, en coche y lo dejamos aparcado en la puerta. Ya dentro de la tienda escuchamos un gran golpe y lo primero que pensamos fue que quizá habríamos dejado el coche sin poner el freno de mano y se habría ido solo y evidentemente corrimos a ver.
Lo que nos encontramos fue la impactante imagen de un coche destrozado y un niño de unos 7 años inmóvil en el suelo. Demasiado inmóvil. No tardó en haber una multitud alrededor. No exagero si digo que unas 60 personas.
En cuanto salí del shock llamé a la ambulancia y fui consciente de lo que había a mi alrededor.
De nuevo no exagero, unas 4 personas llamando a la ambulancia o la policía (si, 4 de 60) el resto parloteando en plan curiosos por decir una palabra suave. Y algunos echando fotos.
Yo no conocía al pequeño, pero no paraba de llorar, porque ver ese pequeño cuerpecito inmóvil sin tener culpa alguna de que los conductores fueran bebidos, fumados, o simplemente rápidos... creo que es la mayor injusticia que he vivido hasta el momento.
Hubo cerca de casualidad un ATS que atendió al crio mientras llegaba la ambulancia.
Después de unos 10 o 20 minutos (perdí la noción del tiempo) el pequeño rompió a llorar y me quedé mucho mas tranquila al saber que había sobrevivido.
También me entere de que el pequeño iba con su padre, que salió despedido por un barranco cercano, no se como está. Los que iban en el coche... Salieron por su propio pie.
La palabra injusticia se queda corta.
¿Cuándo perdimos la humanidad?
¿Cómo puedes tener delante el cuerpo quizá sin vida de un niño y pensar en sacar el móvil y echar fotos? ¿CÓMO?
En fin.
Como dijo un amigo no hace mucho en una entrada de su blog:
"Nos pasamos de asesinos"


Este blog se encuentra inactivo, ya que se ha mudado esta página.
© 2014 Mel Köiv Todos los derechos reservados 

Entradas populares

Seguidores

 

On My Own Copyright © 2011 - |- Template created by O Pregador - |- Powered by Blogger Templates